
BIFICCIONES: Los ecos del lugar - Sergio Gaut Vel Hartman & Ada Inés Lerner: El lugar al que llegamos estaba silencioso y frío. Las altas bóvedas amontonaban los ecos y devolvían las voces de los muertos transformadas en sordos sonidos de oleaje, de mareas
inclementes, mientras que en las habitaciones contiguas no se oía otro ruido
que el palpitar de los corazones de aquellos seres asustados. Me hubiera
gustado que el viejo señor de Weberly estuviera allí, aunque no habría servido
de gran ayuda: los que yacían muertos no resucitarían y los que estaban a punto
de morir carecían de valor para afrontar lo que venía, necesitaban fe en el
Creador, en sus propios principios. Yo sabía que el miedo aturde y les hablé, pensé
que el tono calmo de mi voz más que el sentido de mis palabras les ayudarían a
enfrentar lo inevitable, porque el temor no demora la fatalidad.
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