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Él no me esperaba
Entonces yo
pensaba mucho en el Hades.
Quería ir a buscar un amor especial, por consejo de
Abraxas.
Dibujé la puerta sagrada, cerrada y abierta.
Caronte me llevaba por
las orillas del Río Leteo, le pedí un autógrafo
pero me lo negó.
Ibamos en una
canoa con formas aerodinámicas,
se podía oír al otro pasajero llorar al mismo
tiempo que danzaba
un ritual hostil y espeluznante en la niebla que rodea el paisaje
sombrío,
la luna ausente, el silencio roto por los ladridos temibles del Can
Cerbero. Entonces él apareció, con otra.
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