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Relato en pequeño formato - En mi voz -- Amigos

jueves, 2 de abril de 2015

Cuentos en la voz de un amigo

            EL CUENTO DEL LIBRO FEROZ

Guillermo Orell González

    Érase una vez un libro muy voraz que engullía a todo aquel que intentaba leerlo. Decían que albergaba en sus páginas los textos más sabios jamas escritos.
    Por causas obvias, siempre solía acabar en las manos de extraños anticuarios especializados en bibliografías antiguas y rarezas. Así pasaron los años, hasta que un buen día fue adquirido por un Caballero de alta alcurnia y buenos modales que conocía su negra leyenda. 
    Transportó con sumo cuidado el ejemplar hasta su mansión, una vez allí lo confinó  a una de sus multiples estanterías de su magna biblioteca de rarezas, coleccionadas a lo largo del tiempo por el mundo.
    El caballero era hombre versado en lenguas muertas, además de políglota, humanista, lingüista e historiador, en sus manos estaba el poder solucionar el problema voraz del aquel libro maldito, de hecho, él también se consideraba un “devorador de lecturas”. Y eso despertó en él una empatía motivante y emotiva.
    Poco a poco conseguía controlar el apetito insaciable, de la bestia, leyéndolo espaciadamente y con limitada lectura.
    Cada día conseguía leerle una o dos paginas, no más. El Caballero estaba perplejo por la riqueza de sus escrituras. El día que estaba leyendo su última página y llegó al colofón —el cual manifestaba—: “Todo aquel lector que haya llegado hasta el presente texto, debe saber que no escapará a la voracidad insaciable de sus páginas. Si has llegado hasta aquí, es porque te considera un manjar exquisito y te ha dejado para el final, como un excelente postre. Laus Deo.”.
    Y de un golpe certero, el libro se cerró tragándose al estupefacto Caballero.
    Luego vino un estruendoso eructo y, un olor a papel antiguo contaminó todo el ambiente.

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