─ Por donde me lleve el viento ─
Estaba orillando los veinticinco y terminó la universidad, entonces Juan sintió necesidad de viajar y conocer el mundo, no sólo en las lecturas más disímiles sino en el contacto con seres que le contaran las historias de sus antepasados, fueran éstos blancos o negros, amarillos o rojos. Había transcurrido un tiempo prudencial cuando conoció a los zombis, luego a los nigromantes y a los hombres santos.
Aprendió que para todos, los finales son también principios.
Aunque sigamos sólo a Juan, todas las historias de todos los hombres están rodeadas de otras personas o vientos, huracanes, y animales vivos o muertos, fantasmas, brujos o duendes.
Y en su viaje Juan conoció el futuro, viajó por el viento y con la máquina del tiempo. Sintió asombro, sorpresa, admiración, duda. Temor. Juan llegó a situaciones límites. Vio todo lo que hay y todo lo que existe.
Y llegó al Oráculo de Delfos y supo la verdad: Conócete a ti mismo.
Estaba orillando los veinticinco y terminó la universidad, entonces Juan sintió necesidad de viajar y conocer el mundo, no sólo en las lecturas más disímiles sino en el contacto con seres que le contaran las historias de sus antepasados, fueran éstos blancos o negros, amarillos o rojos. Había transcurrido un tiempo prudencial cuando conoció a los zombis, luego a los nigromantes y a los hombres santos.
Aprendió que para todos, los finales son también principios.
Aunque sigamos sólo a Juan, todas las historias de todos los hombres están rodeadas de otras personas o vientos, huracanes, y animales vivos o muertos, fantasmas, brujos o duendes.
Y en su viaje Juan conoció el futuro, viajó por el viento y con la máquina del tiempo. Sintió asombro, sorpresa, admiración, duda. Temor. Juan llegó a situaciones límites. Vio todo lo que hay y todo lo que existe.
Y llegó al Oráculo de Delfos y supo la verdad: Conócete a ti mismo.
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