La vida de ávalo
La cueva está cerca y los enemigos hocican el aire, trasponen en declive. Todo lo que queda de la covacha es una entrada. Cuántas veces escapó a las redes tendidas por múltiples enemigos, también hubo quienes se sumergieron en su habitáculo por zòcalos y ventanas. Por momentos cree que està loco, pero es su destino de miserò insecto ser perseguido por dementes lepidòpteros, y himenopteros y dìpteros. Juegan con èl a las escondidas mientras lo rozan agresivos con la intenciòn de aterrarla. La pariciòn de cada avàlo engendradado y sus pequeños cosquillean entre las revàlidas de las cosas. Por el piso cruza un rehilete. Su cuerpo disyuntivo es alcanzado y muere. Logrò fugarse. Desencantado, doblò el envite y tupiò el retozo. La luz se apaga y los àvalos huyen hasta ser menos que enervados insectos en vuelo. El resto es solo pedruzcos. A veces soy hombre ò antròpodo.
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