.—Así, algo así, adviene con los zombis
—señaló el antropólogo Ernesto Sabes—, criaturas de origen vudú, ajenas al
lenguaje y el deseo. Esto fue producto de una situación ajena a sus deseos pero
necesaria para enfrentar a su enemigo. Atrincherarse bajo tierra para emerger
desde ahí y poner en fuga a los invasores. Claro que ya no volvieron a ser los
mismos.
—señaló el antropólogo Ernesto Sabes—, criaturas de origen vudú, ajenas al
lenguaje y el deseo. Esto fue producto de una situación ajena a sus deseos pero
necesaria para enfrentar a su enemigo. Atrincherarse bajo tierra para emerger
desde ahí y poner en fuga a los invasores. Claro que ya no volvieron a ser los
mismos.
El público, la mayoría estudiantes blancos,
algunos indiferentes, otros horrorizados, permanecían en silencio durante la
hora que duró la conferencia.
—Ahora son indiferentes y harapientos —continuó el científico—, víctimas de
pócimas o de magia, los zombis son una multitud sin liderazgo. Y transitan
sordos a lo que no sea su hambre de carne humana…
Un murmullo se levantó desde el público hasta convertirse en un grito de
horror, dos seres como los descriptos por el antropólogo se dirigían hacia él
con un gemido nauseabundo. La sola presencia de los sujetos en el escenario
hizo huir a un público delirante, sin que nadie volviera la vista atrás.
El antropólogo tendió sendos billetes a los dos actores, recogió sus
pertenencias y los tres se alejaron por la puerta trasera del salón.
algunos indiferentes, otros horrorizados, permanecían en silencio durante la
hora que duró la conferencia.
—Ahora son indiferentes y harapientos —continuó el científico—, víctimas de
pócimas o de magia, los zombis son una multitud sin liderazgo. Y transitan
sordos a lo que no sea su hambre de carne humana…
Un murmullo se levantó desde el público hasta convertirse en un grito de
horror, dos seres como los descriptos por el antropólogo se dirigían hacia él
con un gemido nauseabundo. La sola presencia de los sujetos en el escenario
hizo huir a un público delirante, sin que nadie volviera la vista atrás.
El antropólogo tendió sendos billetes a los dos actores, recogió sus
pertenencias y los tres se alejaron por la puerta trasera del salón.
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