
Ada Inés Lerner
Es ese tragaluz del infierno, cubierto de hiedra que jamás
fue abierto, se me oculta un secreto… tan familiar como extraño. Ya nadie
prolija sus ramas por el tejado ni
invade las telarañas de la cumbrera interior. Ahí está ese viejo
tragaluz que permitió pasar mi infancia y hoy
secuestra un rayo de sol y una caricia de luna y asisten mudos a mi
último viaje por el bosque.
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