EL UNICO ESCRITOR SOY YO - DON QUIJOTE

Relato en pequeño formato - En mi voz -- Amigos

jueves, 31 de marzo de 2016

Minimalismos: Mi espejo - Ada Inés Lerner



Minimalismos: Mi espejo - Ada Inés Lerner: Cuando pequeña me regalaron un espejo con un marco antiguo, una obra de arte.; se dio entre nosotros un lazo muy especial.

Si algo me ocurre
mi espejo lo siente. Lo descubrí desde el principio. Yo tropezaba y en él se
veían lágrimas. Me caía por las escaleras, él reflejaba en mi cuerpito,
moretones y heridas. Al llegar a la adolescencia, mi primer noviazgo fue pobre,
mi espejo lo reflejó; para consolarme yo apoyaba mis labios en su cristal y lo
entibiaba, presa del deseo él se empañaba. Fue en esos momentos que mostró mi
rostro asustado. Un día, especialmente triste, decidí suicidarme. Él lo
comprendió, y con voz temblorosa me preguntó: “¿Cómo piensas hacerlo?”.
Acaricié el marco y antes de que pudiera reflejarme y liberarse, lo tiré por la
ventana.


sábado, 26 de marzo de 2016

Páginas prohibidas – Ada Inés Lerner & José Manuel Ortiz Soto





Páginas prohibidas – Ada Inés Lerner & José Manuel Ortiz Soto: Aún pasada la Edad Media los libros eran difundidos a través de las copias manuscritas de monjes y frailes dedicados exclusivamente al rezo y a la réplica de ejemplares por encargo del propio
clero o de reyes y nobles.

Pero no todos los copistas sabían leer y escribir. Imitaban los signos, ardid
perfecto

de los pillos para que les copiaran los libros prohibidos.
La imprenta no solo redujo el tiempo de hechura de los
libros: incrementó su número

y quitó a la Iglesia el monopolio, aun de los libros sagrados.

 Como parte de su lucha personal en
contra de la ignorancia, el sacerdote William Tyndele

tradujo el Nuevo Testamento al inglés, “para que pudiera ser leído por la gente
común”.

Fue condenado a la horca por hereje, y su cadáver quemado con el fuego emanado
de sus

propios libros. Dicen que sus últimas palabras fueron: estamos hechos de
palabras.
 ...

La búsqueda del oro - Raquel Sequeiro & Ada Inés Lerner..


BIFICCIONES: La búsqueda del oro - Raquel Sequeiro & Ada Inés Lerner:
Lawford y Boudrogs vendieron el buffete de abogados y se largaron a Ocklahoma,
a la República del Aire, donde los elins y los gulls se .lo pasaban en grande con sus
juicios de mentira y sus eyecciones públicas, dando a luz a un bebé mezclado, por la
raza y con los mocos de Gliss, la comadrona macho que atendía todos los partos, con
su traje subacuático y sublunar, modelo 322.
  En Ocklahoma, los dos expertos se encontraron que los juicios estaban copados por
los elins y los gulls y tampoco podían hacerle la competencia a Gliss de modo que
fracasaron con los litigios entre aventureros.
Lawford y Boudrogs optaron por construir un lupanar y un templo. En el primero
ofrecían ajenjo, cerveza y whisky con bellas y despreocupadas señoritas. Y
al lado, por interesantes óbolos, les perdonaban a todos sus pecados, sin hacer
distinción de raza, origen o religión.
 ..

miércoles, 23 de marzo de 2016

Homenaje a Jorge Ariel Madrazo

Homenaje a Jorge Ariel Madrazo
                                                                                                           
EL LEÓN
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Plegó las patas. Al acecho. Alzando la cabeza oteó el aire, husmeó el viento: 
olía a presa segura. Ah, sí, allí, perfilado en el horizonte, tembloroso por la 
intuición del peligro, se erguía el cervatillo. Al verlo se encogió y reptó con 
la seguridad del depredador. Mientras saltaba intentó un rugido victorioso. 
Le salió un chirrido que no asustaría ni a una anciana. El salto fue de cinco 
centímetros. Su compañera lo miró con lástima. No había caso: aquel grillo, 
más loco que una cabra, se empeñaba en creerse león.
·
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lunes, 14 de marzo de 2016

LOS CUENTOS DEL CAN CERBERO: Las cosas del amor – .





LOS CUENTOS DEL CAN CERBERO:
Las cosas del amor – 


Alejandro Bentivoglio, José Luis Velarde, Ada Inés Lerner...:

Mi mujer me dice que no tenemos una buena relación. Yo no sé. Es cierto que ya quiso apuñalarme un par de veces. Y que yo le corté los los frenos de su automóvil. Pero en el fondo creo que esa es
nuestra forma de querernos. La pasión funciona de maneras particulares, no sé
si podemos encasillar lo que nos pasa de alguna manera que sea comprendida por
todos. ¿Qué es el amor sin necesidad de atornillarle una bomba a la cama?
Alguna vez me pregunté qué pasaría si mi mujer consigue matarme primero. No me
atrevo a interrogarla. Temo reforzar sus empeños asesinos. Hasta hoy me basta
sentirme inseguro, frágil. Me divierte entrar a la ducha sin saber si hay un
cable conectado a la electricidad. Disfruto los platillos que prepara ignorando
si mis antídotos anularán el veneno elegido. Me aterra descubrirla despierta en
la madrugada negándose a tocarme. Dice que se sintió morir la última vez que
compartimos orgasmos.

De vez en cuando la aplasto contra la pared.

—¿Terminaste? —suele preguntar indiferente.

Recibo apoyo psicológico.

—Es el espectáculo del duelo, en el sentido del existencialismo, no en el
belicoso. Debido al carácter erótico y rudo del asunto es normal manifestar
desesperación y melancolía.

—Pero yo le hago el amor —le contesto afligido a la doctora—. Deseo reconciliarnos.
¿Qué culpa tengo de no matarla como demanda su instinto sexual? La dejo viva y
la muy maldita mata mi ego sin pensar en mí. 
 ...

martes, 8 de marzo de 2016

LOS CUENTOS DEL CAN CERBERO: El incidente



LOS CUENTOS DEL CAN CERBERO: El incidente — Patricio Bazan, Ada Inés Lerner & Luciano Doti: Ya se advertían las primeras luces de las lunas del planeta al que arribamos. Descendimos de las naves y nos fuimos instalando, cada familia ada familia en una carpa. Hombres y mujeres solos en otras,
y los coordinadores de a dos. Cristina y yo estábamos muy cansadas y nos
dormimos enseguida. A la mañana me enteré que Julio entró en nuestra carpa.



—Chicas, somos cuatro, ¿hacemos una partuza?
—Le tiré una bota tuya en la cara, ya lo vas a ver —me contó
Cristina.

Salimos de la carpa y todo lucía en orden. Algunos miembros del grupo ya
estaban levantados. No así Julio, que no aparecía en esa primera inspección ocular
que realizábamos. Eso del turismo interplanetario tiene cierto tono bizarro.
Por un lado hay gente que hace el viaje para conocer planetas exóticos,
maravillarse con los paisajes, con una noche de dos lunas; por otro están los
turistas clásicos, que buscan beber tragos y divertirse como si estuvieran en la
Tierra.
Los coordinadores buscaron a Julio sin éxito: terminaron
avisando a las autoridades locales. Nosotras, en cambio, disfrutamos bastante
de su ausencia.
Corrían rumores acerca de los peligros de mezclarse con la
fauna local, en especial durante la noche, pero eran sólo eso: rumores. Nos
reímos de ellos hasta que una noche volvió Julio.
Asomó una cabeza por la carpa. Luego otra, y otras dos más.
Entonces, aquella cosa multiforme comenzó a gritar:
—Chicas, somos cuatro: ¡hagamos una partuza!