EL LEÓN
·
Plegó las patas. Al acecho. Alzando la cabeza oteó el aire, husmeó el viento:
·
Plegó las patas. Al acecho. Alzando la cabeza oteó el aire, husmeó el viento:
olía a presa segura. Ah, sí, allí, perfilado en el
horizonte, tembloroso por la
intuición del peligro, se erguía el cervatillo. Al
verlo se encogió y reptó con
la seguridad del depredador. Mientras saltaba
intentó un rugido victorioso.
Le salió un chirrido que no asustaría ni a una
anciana. El salto fue de cinco
centímetros. Su compañera lo miró con lástima.
No había caso: aquel grillo,
más loco que una cabra, se empeñaba en creerse
león.
·
----
·
----
No hay comentarios.:
Publicar un comentario