EL UNICO ESCRITOR SOY YO - DON QUIJOTE

Relato en pequeño formato - En mi voz -- Amigos

lunes, 6 de marzo de 2017

Cuentos del Can Cerbero


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Nada dura para siempre

Los tortolitos, todavía huyendo del marido cornudo, se refugiaron en un hostal viejo, casi derruido, un poco lamiéndose las heridas que él les había infligido, pero gozosos de estos momentos de placer, más bien lujuria, que les deparaba la soledad.
Nada dura para siempre, dice la canción, y resultó que el esposo engañado, para tratarlo con respeto, tenía un amigo de un amigo del hermano de un comisario que había pasado por la misma humillación y decidió tomar cartas en el asunto.
El policía se apersonó en ese hotel y solicitó hablar con el amante de la señora adúltera.
En realidad, era ella la que cometía la infidelidad, la falta al matrimonio, aunque en la mentalidad machista del comisario, un hombre sólo podía hablar con otro hombre.
Era él el que se había llevado una hembra que no le pertenecía; ni hablar del hecho de que ella había dado su consentimiento: la voluntad de una mujer casada no valía nada.
La charla giró en torno a asuntos pasados, imposibles de rectificar. El daño ya había sido hecho, nada podía hacerse para reparar el honor del marido engañado.
Ademanes, gritos, contoneos nerviosos y pitadas de cigarros negros se sucedieron en una coreografía infernal que fue caldeando los ánimos hasta que todo se llenó de electricidad.
Tres disparos al amante y siete a la infiel fue el saldo de esta excitante aventura siniestra, que mientras duró, los había hecho sentir tan vivos.
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