EL UNICO ESCRITOR SOY YO - DON QUIJOTE

Relato en pequeño formato - En mi voz -- Amigos

martes, 9 de febrero de 2016

Cuentos del Can Cerbero

El romance secreto del heredero de Frankenstein Resultado de imagen para Frankenstein



Autores: — Ada Inés Lerner, Omar Chapi, Rolando José Di Lorenzo

Entró en el laboratorio y lo primero que descubrieron sus ojos fue su mirada. No tenía la menor idea de cuánto tiempo había pasado fuera, ahora que regresaba ella estaba ahí esperándolo sin una pisca de reproche, sin un reclamo, por el contrario se sentía feliz de volver a verlo.
—Te he extrañado tanto— dijo ella con voz dulce.
—He tenido cosas que hacer —respondió él con un ligero sentimiento de culpa. Ella se acercó y le tapó los labios con un beso. Su aliento aún olía a formol aunque las demás funciones del cuerpo parecían normales.
—No importa —le susurró al oído —ya estás aquí y no vamos a perder el tiempo con reclamos.
Era una mujer casi perfecta. Perfeccionada por él en su laboratorio secreto de la vieja casona sabía complacerlo sin reproche; sin embargo, su obra maestra tenía un defecto. Pensaba demasiado, razonaba con total facilidad y rapidez como si en realidad fuera humana.
Muchas veces, él pensaba “¿Habré hecho el trabajo perfecto, esta criatura es en realidad humana?” Le daba vergüenza pensarlo porque él sabía que no era Dios, ni intentaba serlo, solo creía en la ciencia y soñaba con solucionar los problemas de salud de las personas perfeccionando los procedimientos de trasplante de órganos. Lo interrumpió su voz poderosa y dulce.
—Frankenstein, no te alejes de nuevo y cuando estás conmigo no te evadas con tus pensamientos —dijo—. Amor, soy toda tuya, nadie será más tuya que yo. El genio pleno de dudas y temores, comenzó a retroceder despacio, no sabía qué hacer, amaba a su mujer perfecta, su mayor éxito, pero algo le decía que no estaba bien; por ejemplo, que ella también lo amara, debía crear cuerpos para sanar a otros y no para el amor. Ella lo agobiaba con mimos y sexo perentorio. Él tenía que trabajar, ser un científico pleno y no andar jugando a ser un Ser Superior. ¿Cómo resolver el enigma? De un centro de salud experimental, lo llamaron.
—Buen día, colega –le dijo— ¿seguís trabajando en tus teorías?
—Buen día, amigo— respondió— sí, claro que sí, cuando quieras vení por el laboratorio.
—Sí claro, pero hoy te llamo porque tengo un problema perentorio y —agregó el cirujano— tengo una paciente joven, que a raíz de un accidente perdió los miembros inferiores y el corazón está delicado, ¿qué me aconsejás?
—¡Ahh! —contestó Frankenstein, mientras miraba a su creación casi perfecta —en dos horas envíame un transporte con las cajas refrigeradas.
—¡En dos horas estará allí! No sabés cuánto te agradezco. —Contestó el cirujano.
Cuando nuestro científico se dio vuelta su casi mujer perfecta estaba pegada a él con un bisturí hiriéndole la aorta.
—Solo mío, mi amor —murmuró ella mientras la sangre manchaba el delantal impecable de su creador.


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