— El río de los yacarés —
Ada Inés Lerner,
Omar Chapi
& Luciano Doti
El pueblo estaba convulsionado por lo ocurrido el día anterior.
El pueblo estaba convulsionado por lo ocurrido el día anterior.
La policía se
asombró de la fácil muerte de un antisocial y siguen sin localizar el cuerpo
del culpable.
Al parecer, Clarisa se encontró con el violador, forcejearon y
ella se liberó.
Luego corrió y corrió por el monte, y cayó desde el viejo
puente de madera sobre el Río de los Yacarés. Nadó ágilmente hasta la orilla
derecha, pero el delincuente se tiró detrás de ella.
Habría logrado someterla
y, en el momento en que arrancaba sus ropas, un hombre apareció sobre el viejo
puente de madera dando varios gritos que el delincuente no logró escuchar por
el ruido del río y los otros gritos de la mujer.
Clarisa lo miró cuando sacó el
arma, llena de terror advirtió al violador que regresó a ver justo cuando sonó
el disparo. Entonces, el puente cedió y el hombre cayó al agua; lo miró
chapotear río abajo.
Clarisa se encuentra ya con asistencia psicológica. Teme volver a ser atacada por el mismo hombre. Le explican que él ya no podrá ultrajarla. Ella, hecha una maraña de nervios, asiente con la cabeza y al rato vuelve a sus temores.
A partir de ahora, Clarisa y el resto del pueblo estarán más protegidos. No sólo por la muerte de ese violador.
El justiciero que chapoteó río abajo sobrevivió y no piensa entregarse a la Justicia. Vivirá en la clandestinidad, dedicado a ajusticiar malvivientes.
Clarisa se encuentra ya con asistencia psicológica. Teme volver a ser atacada por el mismo hombre. Le explican que él ya no podrá ultrajarla. Ella, hecha una maraña de nervios, asiente con la cabeza y al rato vuelve a sus temores.
A partir de ahora, Clarisa y el resto del pueblo estarán más protegidos. No sólo por la muerte de ese violador.
El justiciero que chapoteó río abajo sobrevivió y no piensa entregarse a la Justicia. Vivirá en la clandestinidad, dedicado a ajusticiar malvivientes.
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