Las noches y el mar —
Graciela Yaracci, -
Maria Jesús Valenzuela -
Ada Inés Lerner
Se despertaba en las noches con un alarido mudo. En un momento dado,
alguien, le tocaba el pie derecho. Sentía el tacto gélido alrededor del
tobillo. Una tarde soleada ella nadaba indolente por el mar abierto. Silvia
intentaba gritar. Sólo tragaba agua. Y el agua iba llenando sus pulmones. En la
mañana todo el horror se había diluido y el día se presentaba cálido y
prometedor, hasta que Julio le sugirió ir de vacaciones al mar.
Tembló de solo pensar en sus terribles sueños. Reaccionó. Julio tenía derecho a unas vacaciones y año tras año caminaban la playa con el rugido del agua acompañándolos. No dudó en sonreir y aceptar la propuesta. La cabaña de la costa estaba como siempre. Limpia, con aroma a lavanda y el paisaje de las olas rompiendo los límites de la pared vidriada. Cualquiera pensaría que aquello era maravilloso. Silvia se preguntaba qué pasaría en las noches. La tarde se despedía sangrando el mar. Entró y se acomodó en el sillón. Esperó que Julio echara la red , en una de esas por la mañana aparecía un pez y sería un sabroso almuerzo. En un instante fugaz todo oscureció.
—¿Qué sucede? —Gritó,
—Calma, es el viento, dijo Julio y al levantarse fue succionado por una ola gigante.
La cabaña se estremeció. Silvia se aferró a una viga de hierro. Ahora era una marioneta que giraba sin control, igual que en el sueño…él moría y ella quedaba muerta en vida, entonces se soltó…
Tembló de solo pensar en sus terribles sueños. Reaccionó. Julio tenía derecho a unas vacaciones y año tras año caminaban la playa con el rugido del agua acompañándolos. No dudó en sonreir y aceptar la propuesta. La cabaña de la costa estaba como siempre. Limpia, con aroma a lavanda y el paisaje de las olas rompiendo los límites de la pared vidriada. Cualquiera pensaría que aquello era maravilloso. Silvia se preguntaba qué pasaría en las noches. La tarde se despedía sangrando el mar. Entró y se acomodó en el sillón. Esperó que Julio echara la red , en una de esas por la mañana aparecía un pez y sería un sabroso almuerzo. En un instante fugaz todo oscureció.
—¿Qué sucede? —Gritó,
—Calma, es el viento, dijo Julio y al levantarse fue succionado por una ola gigante.
La cabaña se estremeció. Silvia se aferró a una viga de hierro. Ahora era una marioneta que giraba sin control, igual que en el sueño…él moría y ella quedaba muerta en vida, entonces se soltó…
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