Relato de pequeño formato |
Maleficio
El cuerpo burdo
de Negrísimo yacía en fragmentos rojos desparramados por el piso
y mis manos
con rasguños apenas sangrantes.
Por fin yo sola había terminado con el
maleficio, con el maleficio que podría traer
un gato negro según le escuché decir a la vecina de la tía Adalind.
un gato negro según le escuché decir a la vecina de la tía Adalind.
Mientras esperaba, rodeada de juguetes
tontos, que la tía volviera de sus reuniones
de bridge. Yo había finiquitado de mi mundo el maldito gato y su existencia metafísica,
capaz de desafiar mi paz.
de bridge. Yo había finiquitado de mi mundo el maldito gato y su existencia metafísica,
capaz de desafiar mi paz.
Una tarde, la casa y los muebles ardían y se
retorcían como cosas vivas, pero no me
amilané, ni siquiera cuando se modificó el desequilibrio original de las cosas.
La voluptuosidad alcanzó un volumen sobrenatural con el fuego de la chimenea y
gestó una sombra azabache que pareció volver de la muerte.
amilané, ni siquiera cuando se modificó el desequilibrio original de las cosas.
La voluptuosidad alcanzó un volumen sobrenatural con el fuego de la chimenea y
gestó una sombra azabache que pareció volver de la muerte.
Durante los días posteriores yo recorría los
pasillos y ambientes que se salvaron
porque algunos de los elementos habían resistido firmes la furia de las aguas de los
bomberos.
porque algunos de los elementos habían resistido firmes la furia de las aguas de los
bomberos.
La calamidad me dio pena, y, me conmovieron
los esfuerzos de tía Adalind por
protegerme de supuestas y espantosas distorsiones de mi conciencia infantil.
protegerme de supuestas y espantosas distorsiones de mi conciencia infantil.
Una
noche creí ver en las ruinas que rodeaban mi vida, la lúgubre influencia de
una atmósfera brumosa.
una atmósfera brumosa.
Una puerta se cerró y ante mí apareció
Negrísimo, como un espectro, como lo viera
la primera vez, como una negra y horrible bestia, un espíritu maligno.
la primera vez, como una negra y horrible bestia, un espíritu maligno.
La tía Adalind, para consolarme, había
traído otro ejemplar del Negrísimo.
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