tomado de Mis imágenes |
El rollo que vuela
Ada Inés Lerner
De
nuevo alcé mis ojos y miré,
y he aquí un rollo que volaba.
Y me dijo: ¿Qué ves?
Y respondí:
Veo un rollo que vuela, de veinte codos de
largo,
y diez codos de ancho.
Cap.5 – Zacarías – Antiguo Testamento
—Madre, necesito de usted, que en paz
descanse...
—Me sentiré muy honrada, hijo
¿que ocurre?
—He tenido un sueño muy
extraño, con cierto misticismo y pienso que usted puede ayudarme a
interpretarlo… Vea madre, soñé que galopábamos, Zacarías y yo. Ya entrada la
noche íbamos al norte, estábamos
apenados, en silencio con esas tristezas de las que los hombres no hablan,
¿vio? Al girar los pingos al este, y a lo lejos, vimos algo que volaba.
—¿Qué ves, patrón? —me preguntó Zacarías.
—Veo un rollo que vuela —le
contesté yo —Los caballos, asustados,
ocuparon toda nuestra atención, no era cosa de quedarnos de a pie. Dominadas
las bestias, sin consultarnos siquiera los dos seguimos el mismo rumbo: para las
casas. Íbamos llegando cuando un
espectáculo infernal se ofreció a nuestros ojos. Mudos, asombrados, vimos que era una nave espacial,
un ovni que le dicen, bien definida por luces propias; se había adelantado a
nosotros. Hombres, mujeres y animales parecían enloquecidos, corriendo de un
lado a otro, como perseguidos por ánimas
malditas.
Madre se persignó.
Pedro conducía atento al camino
como si ahí, en el sendero que marcaba el asfalto gris, estuvieran escritos sus
sueños.
Los animales de la granja yacían
muertos por todas partes Madre, destrozados a dentelladas por los perros.
—¡Pedro! ésa es una cita del
Antiguo Testamento, estoy segura, no recuerdo a qué libro, ni el versículo,
pero puedo encontrarlo.
—¿Vio? a mí me parecía... Los
chicos saltaban en un extraño baile de muertos. Todos parecían contagiados del
furor que había prendido en los irracionales. Como si Mandinga…
Ante la mención del Maligno,
Madre se persignó nuevamente y besó la
cruz que llevaba en el pecho.
—Como si Mandinga se hubiera
enseñoreado del pueblo y hubiera querido herirlo con una plaga, la peor de
todas: la locura.
Habían llegado hasta el campo que fuera de
sus padres y Pedro detuvo la camioneta, le abrió la puerta y la ayudó a bajar.
Se sentaron en la sala. Pedro hizo mate y Madre los cebaba. Ya cómodamente
instalados:
—El ovni se acercó y al bajar una luz blanca iluminó todo, hasta
el horizonte, cegándonos y dejó un gran círculo
de pasturas quemadas. Zacarías y yo pudimos advertir que, efectivamente,
se trataba de una nave espacial. Se apoyó en el suelo, en la parte superior se
advertían escotillas oscuras. En un enorme círculo inferior se abrió una puerta
que daba al este. Nos acercamos sin poder evitarlo, era más fuerte que
nosotros. Subimos unos pocos escalones y entramos. Pudimos ver un salón
circular con tres puertas iguales. La disposición, tan exacta y simétrica, me recordó a un laberinto que
recorrí en Cruz del Eje.
Me sentía frente a un desafío
del destino: los extraños me daban a elegir entre las tres salidas como si
fueran tres dilemas, tres disyuntivas y yo debía optar por una. Los tripulantes
nos observaban en silencio, sentados alrededor de una mesa redonda. Los vi, Madre, como la veo a usted ahora... Entonces
uno me dijo: Esta es la maldición que sale sobre la faz de toda la tierra; porque
todo aquel que hurta (como está de un lado del rollo) será destruido; y todo
aquel que jura falsamente (como está del otro lado del rollo) será destruido y
dice Jehová de los ejércitos, que vendrá a la casa del ladrón, y a la casa del
que jura falsamente en mi nombre y permanecerá en medio de su casa y la
consumirá, con sus maderas y sus piedras...
Y salió Áquel que hablaba
conmigo y me dijo: Alza ahora tus ojos y mira qué es esto que sale. Y dije:
¿Qué es? Y Él dijo: Este es un día en todo que sale. Además dijo: Esta es la
iniquidad de ellos en toda la tierra.
Y he
aquí (levantaron una tapa de plomo), y un calendario estaba grabado allí y Él
dijo: Esta es la Maldad ;
y la echó dentro y echó masa de plomo en la boca del día 11 del 09 de 2001.
Alcé luego mis ojos y miré y
dos mujeres que salían y traían viento en sus alas y tenían alas como de
cigüeña, y alzaron el vuelo entre la tierra y los cielos.
Madre tenía la mano acalambrada
de persignarse. Pedro, sentado a su
lado, gesticulaba, contra su costumbre, como si estuviera muy exaltado:
—Y así, sin hablarnos, sentí
que comprendieron que los habíamos entendido; pensé seguro fue nuestro Señor que nos ayudó con
ese Concejo... Luego volvimos todos los del pueblo,
cristianos, monturas y perros, Zacarías y yo,
cada uno a su tarea”.
Madre y Pedro hicieron silencio.
Lo del rollo recuerdo haberlo
leído —dijo Madre —parece ser la visión del profeta Zacarías; todo me suena
conocido... ¿leíste la Biblia ,
alguna vez? Parece ser una historia
bíblica. ¿No querés hablar con el padre Ernesto?
—No,
no se ofenda, Madre, no concuerdo mucho con él. Aunque debo reconocer que
Ernesto es inteligente y abierto, y sí, he
leído un poco la Biblia ,
pero no tengo presente...
—Está bien, hijo, y ¿ese dilema entre...?
—Quédese tranquila, yo sé bien
qué puerta voy a abrir. No tengo dudas, y en ningún momento he vacilado. Madre,
vamos a visitar la gruta y llevarle unas flores a Nuestra Señora...
Llegaron a un convenio tácito, esta charla sería un secreto entre los
dos. Luego Pedro la llevó a visitar el lugar donde había bajado el Ovni, Madre
se persignó y al levantar la cabeza al cielo desplegó sus alas y se elevó hasta
más allá de la vista de Pedro.
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